Artículo en Revista Ciencias Sociales N°93.

Silvia Hernández, Ezequiel Nepomiachi y Carolina Ré.

La plataforma electoral de Cambiemos para las elecciones presidenciales de 2015 clamaba por “un país de 40 millones de emprendedores”. En nuestra coyuntura –definida grosso modo por un proceso de neoliberalización (Harvey, 2007) caracterizado por una avanzada del capital financiero trasnacional que implica una desregulación, flexibilización y desarticulación de derechos adquiridos tanto en nuestro país como en la región–, la categoría del “emprendedor” emerge como una interpelación ideológica central, dada su amplia circulación y su cuasi omnipresencia. En una constelación de prácticas aparentemente heterogéneas, se impone el mandato de que cada uno devenga un “emprendedor”: los libros de autoayuda que encabezan la lista de los bestsellers de cualquier librería (Papalini, 2015); el rol central que posee en nuestros días la cultura del fitness (Landa y Marengo, 2011); la expansión de nuevas espiritualidades alternativas como El Arte de Vivir (Vargas y Viotti, 2013); la proliferación de numerosas ONGs dedicadas a promover la “cultura emprendedora”; la presencia permanente de referentes del “emprendedurismo” en los medios masivos de comunicación; el crecimiento y la expansión del coaching en sus diferentes versiones (ontológico, empresarial); ciertos modos dominantes de ser y de estar en las redes sociales (Sibilia, 2008); los discursos que abundan en el escenario managerial; prácticas y dispositivos que se imponen en los mercados populares de nuestra ciudad (Gago, 2014); la creación en distintas universidades de numerosas cátedras, cursos y seminarios sobre “emprendedurismo”, “emprendizaje”… Podríamos seguir. ¿Cuál es la especificidad de esta interpelación como “emprendedores”? ¿Cómo interpretar esta proliferación? ¿Cuáles son sus implicancias políticas? ¿Qué relación guarda con otras figuras subjetivas que han surcado la modernidad capitalista, como “el ciudadano” o “el trabajador”? ¿y con otras muy relevantes en momentos precisos de nuestra historia local, como “el militante” o “el vecino”?

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